Cuando uno viaja a menudo por el mundo, es inevitable que empiece a comparar las pequeñas cosas. Los aspectos materiales pueden ser muy parecidos, pero es en las costumbres sociales donde siempre pueden comprobarse las diferencias entre lo esperable, lo aceptable y lo inaceptable, que es lo que puede darnos la medida del carácter de un pueblo.
Por lo general, América Latina es muy educada en el trato y a la vez esa cortesía no se usa como una forma de distanciamiento. En Europa podemos usar el «usted» como tanto como forma de respeto como una manera para marcar distancia con el interlocutor.
En concreto, el pueblo paraguayo es amable y sobrio en el trato, sin la expansión caribeña o la parquedad de los Andes, sino con un equilibrio perfecto entre ambos. Se muestran cercanos y correctos sin ser invasivos.
Pero sólo esto se descubre con el tiempo.
Si, como nos ocurre a los miembros de LIP, se viaja a menudo por el mundo, empieza a fijarse en los pequeños detalles que le van a decir mucho rápidamente y con poco esfuerzo. Uno bastante personal son los taxistas:
Hay países donde uno puede temer e incluso contar con que el taxista va a intentar aplicar algún sobrecargo, sea mediante un taxímetro modificado para que marque más (como dicen en Colombia, «chuquiteado»), sea por detectar al visitante extranjero y darle un a vuelta más larga de la necesaria (el «paseo millonario»). Todos conocemos historias parecidas en países europeos y no por ello vamos a implicar que se trate de un gremio distinto de cualquier otro.
Aquí nos supone un indicador rápido porque en pocos viajes vamos a poder tomar una medida de lo que toman como habitual.
En Paraguay, tras tantos viajes que sirven como muestreo estadístico, podemos afirmar que:
- Los taxistas a menudo toman un atajo para acortar y llegar antes, no después.
- Los costes entre distintos trayectos para una misma ruta han sido los mismos, con la única variación ocasional del tráfico en hora punta. Como el tráfico es mucho más fluido que el que se acostumbra en grandes ciudades europeas, la diferencia resultó mínima
- Los conductores se han mostrado diligentes y atentos: silenciosos cuando el viajero no da pie, conversadores amenos cuando se les da pie, siempre orientados al tema que se les plantee (recomendaciones específicas sobre dónde practicar ciclismo, gastronomía, urbanismo…)
- Seguros: como la criminalidad en Paraguay es tan baja, no son necesarias otras medidas de seguridad adicionales como las practicadas en otros otros países Latinoamericanos.
- Cuando llamados para acudir a recoger a algún cliente, el taxímetro está a cero y sólo lo ponen en marcha una vez han arrancado y conocen la dirección.
Por esto y otros muchos detalles, como la profesionalidad con que recientemente hemos visto aplicadas las medidas para prevenir el Covid-19 en todas partes, podemos afirmar que la sociedad paraguaya muestra un rigor admirables y no tolera desmanes como los que se puede vivir en otros lugares más inseguros del planeta. El país presenta una combinación de factores envidiable para conocer, para residir y para invertir, y el carácter de sus habitantes no es ajeno a todos sus logros ni a su gran potencial actualmente en desarrollo.